viernes, 26 de marzo de 2010

Vías ecodinámicas



Nuestra ciudad de Guadalajara, Jalisco, con bastantes resistencias y jaloneos políticos, de pronto ya simpatiza con la actualización de su movilidad urbana. Los líos sociales para resolver por ejemplo la circulación por calzada Independencia-Gobernador Curiel incluyeron mentiras de gobierno, manifestaciones sociales, opacidad en las licitaciones para realizar obras e inversiones tanto de constructores de la infraestructura de pavimentos y estaciones o paraderos como de prestadores del servicio del ahora Macrobús, incluso la devastación de árboles centenarios, para los cuales no hubo piedad ni la menor misericordia. Sin duda, pudo ser otra la solución urbanística, pero el daño está hecho.
Tiene el macrobús, por supuesto, sus puntos a favor:

1. El traslado por medio de macrobuses, en todo momento y sin importar horas pico, es cada vez más eficaz (y esto no admite réplicas: basta con subirse a una unidad y trasladarse de extremo a extremo en todo el circuito; yo he hecho poco más de 35 minutos de la estación Fraternidad y hasta Fray Angélico, con un trasbordo al macrobús denominado exprés):

2. El viaje es relativamente cómodo (a menos que se trate de horas pico, cuando aumenta la demanda);

3. En este transporte se han instrumentado medidas que pueden parecer discriminatorias contra las mujeres (pues se ha hecho una división preferente para damas, pero es que en verdad existen sujetos que se les debe obligar a respetar al sexo complementario con estas medidas; desde luego, es muy lamentable el hecho, no obstante son preferibles antes que llegar de plano al linchamiento social de individuos abusivos: es impostergable la reeducación);

4. Las estaciones siempre se mantienen limpias y en buen estado, sus mecanismos de acceso son cada vez más eficaces, los tiempos de espera se pueden calificar de regulares a buenos o muy buenos;

5. La contaminación ha disminuido.

Pero, existen varios «pero» que deben tomarse en cuenta, algunos que implican directamente al servicio de macrobús y otros de carácter complementario a la instrumentación de estas soluciones, y que son quizá lo que ha generado enormes dificultades para expandir este servicio en otros puntos de la zona metropolitana (en general bueno, al menos para mí) desde el municipio de Zapopan y hasta Tlaquepaque o Tonalá, cruzando la ciudad de Guadalajara. Veamos cuáles son:

1. El jaloneo de las fuerzas políticas en esta materia refleja que en la instrumentación de este servicio se mueven intereses económicos que sólo desangran al presupuesto público con creciente e inexplicable endeudamiento, a causa de la opacidad, el despilfarro y el nulo acceso a la información financiera de cómo, cuánto y para qué se gasta con quienes ejecutan las obras: los ciudadanos debemos pagar más, más y más por un servicio que, al parecer podría ser casi equivalente a invertir en un transporte de metro o tren eléctrico;

2. La percepción comunitaria del beneficio social es pobre, y desde luego que esto ocurre porque todo queda siempre en pocas manos: no sabemos cómo ni quiénes redactan las reglas para la licitación de obras (¡al parecer, al final nos cuesta más al presupuesto público un saco de cemento en la obra de los pavimentos especiales para el macrobús que si comprásemos dicho saco a un comerciante detallista!), el servicio de transporte queda en manos de un monopolio, lo que ha dejado en desempleo a mucho conductores (sería muy recomendable que pequeños transportistas tuviesen la oportunidad de invertir en una unidad de macrobús quizá por medio de cooperativas para integrarse al servicio, y por supuesto, con las mismas medidas de calidad. Esto es perfectamente posible, basta ver lo que ocurre con el servicio de microbuses; eso sí, ha de estar estrictamente regulado por ley. Como sea, la socialización de este servicio estimularía la buena voluntad de las diversas comunidades afectadas por las obras;

3. Unido al tema anterior, la socialización, está un punto medular: el costo del transporte; los usuarios y contribuyentes se preguntan con enorme fastidio por qué debe pagarse más por un servicio que ellos mismos han contribuido, vía impuestos, a impulsarlo. Y es que el servicio Macrobús emplea una vía y estaciones que se pagarán por varios años con el recurso de todos, pero Macrobús no contribuye sino a hacer negocios: ¿qué conveniencia hay en que la sociedad construya vías costosísimas y modernizadas si el que las ha de explotar no aportará sino exclusivamente el interés de su bolsillo, además de los estímulos fiscales que el estado sacrifica para el beneficio de esta empresa durante la recuperación de sus inversiones? La prueba de que podíamos habernos ahorrado esto es el tren eléctrico, que trabaja con números muy positivos y es propiedad pública. Macrubús, con la casi exclusividad del servicio de transporte por el trayecto Gobernador Curiel-calzada Independencia, bien podría reducir su tarifa mientras goce de esta prerrogativa;

4 Asimismo, se ha dejado de lado o están incompletas dos clases de obras: a) las ciclovías (que son una necesidad apremiante) y b) la reforestación, pero con un sentido más riguroso: debe hacerse ley el plantar y preservar el arbolado en toda la ciudad. A falta de áreas verdes, cada domicilio, según las dimensiones de su fachada, debiera tener la obligación de plantar y conservar uno o dos árboles, de no hacerlo, el municipio cobraría un impuesto especial para adquirir árboles y dar mantenimiento y restaurar zonas verdes;

5. Y lo más importante, ampliar los esfuerzos y estrategias para hacer efectiva la modernización con sentido humano de nuestra ciudad, para lo cual propongo una opción alterna que propiciaría el desarrollo social, a la que denomino «vías ecodinámicas».


La opción ecodinámica

Esta idea no es completamente original, apenas sí sintetizo experiencias que ya vemos en Guadalajara. El centro de nuestra ciudad se ha embellecido últimamente y muchas calles del centro histórico se han transformado en rutas de tránsito exclusivo para peatones, otras admiten un carril para vehículos, pero eso ha realzado la dinámica de nuestras calles y la hacen lucir mucho más gratas.

Si recuperamos este concepto y lo adoptamos ampliado en las calles paralelas de mayor circulación, podría estimularse el flujo de nuestras calles. Para este fin, son necesarios incorporar tres conceptos de vialidad:

1. Grandes flujos: avenidas, calzadas y rúas de tránsito intensivo, en las que se admitan grandes velocidades por hora (por ejemplo: en periférico y calzada Lázaro Cárdenas), en ellas es ideal el uso de macrobús, tren eléctrico, transporte urbano ordinario y, sobre todo, para conductores apremiados por llegar a su destino;

2. Flujos medianos: calles secundarias y paralelas a las de grandes flujos, para microbuses en el transporte de pasajeros y conductores en vehículos pequeños, sin prisa de llegar a su destino; y

3. Vías ecodinámicas: serían calles también paralelas a las dos precedentes, pero con la cualidad de ser exclusivas para bicicletas, patinetas y microvehículos movidos por energía eléctrica o solar, y por supuesto, transeúntes, muchos transeúntes.

Los vehículos tendrían un flujo exclusivo al centro de la rúa, en una proporción de una por tres partes; a sus extremos habría dos separaciones para cada dirección: una de corredores y otra de caminantes. Asimismo, son importantes los materiales, pues en las vías ecodinámicas debiera emplearse compuestos con gran capacidad de filtración del agua de lluvia. Si hacemos un cálculo de la distancia apta para retroalimentar los mantos freáticos con agua pluvial, nos daremos cuenta de que al sumar todas las ecovías a lo largo de la ciudad y durante el año, se captaría un nada despreciable volumen de agua libre de residuos contaminantes, pues no habría movimiento de vehículos de combustión de energías minerales o fósiles.

Comercialmente también generaría maravillosas dinámicas económicas, pues para los paseantes será satisfactorio en su trayecto llegar a beber un café, revisar libros de su interés, adquirir una prenda de vestir y otros géneros. Si aparte de esto se le añade brindar la conexión a internet libre, sobre todo para efectos de vigilancia, para fines de garantizar el derecho humano fundamental de acceso a la información y recursos educativos, esto haría de las ecorrutas el ideal de una ciudad humanizada, respetuosa con la naturaleza y comprometida con sus habitantes.

Son ideas sencillas, no muy costosas y que darían a nuestra población respuestas al problema de cómo inventarnos una sociedad generosa con todos. Pero como siempre, es un asunto de voluntad, de buena voluntad, porque las ideas y propuestas sobran. ¿Los políticos y empresarios dejarán por fin de pelearse por su «tajada de pastel» y pensarán mejor en resolver desde la unidad nuestros dilemas de proyecto de nación, o seguiremos empeñados en la división social a doscientos años de nuestra fundación como país?, eso está por verse. Hasta la próxima…

1 comentario:

  1. Saludos, Sergio.

    Yo creo que tu propuesta será bienvenida por muchos, porque es algo que hemos estado esperando: un espacio para usar la bicicleta y dejar de contaminar. La verdad uno no lo hace porque sabemos cómo se pone el tráfico, y que en Guadalajara se conduce de manera muy agresiva.

    Nomás dinos dónde habrá que apoyar tu propuesta, y ahí estaremos. :)

    Un abrazo!

    Adriana Díaz.

    ResponderEliminar