miércoles, 30 de diciembre de 2009

¡Feliz 2010!


¿Homosexualidad vs. prostíbulos?

Cerramos en México el 2009 con un debate nacional de fondo, aunque no lo parezca: ¿los homosexuales son o no seres humanos? En el Distrito Federal, su Asamblea Legislativa ha dado un paso histórico en pro de los derechos humanos, y se aceptó por mayoría reformar su legislación para autorizar los matrimonios gay, además de la posibilidad de que estas parejas, ya legalmente unidas, puedan aspirar a la adopción de hijos. Esto ha creado un prurito endemoniado, tal cual.
El Partido Acción Nacional, con línea de la Iglesia católica mexicana, ha impulsado un linchamiento social (contra la reforma legislativa, los diputados del PT y PRD y organizaciones de avanzada) desde los medios de comunicación, el que por fortuna hasta el momento no ha tenido efecto. La Iglesia católica, por si fuese poco, por mediación de varios cardenales mexicanos, ha tildado los matrimonios gay como una «estupidez» y «contranatura». El arzobispo de Michoacán, Alberto Suárez Inda, aparte de descalificar a la homosexualidad para la paternidad, en su concepto es muy superior moralmente hablando la existencia de prostíbulos antes de aceptar los matrimonios entre miembros de este sexo. Los grupos ultraconservadores con ánimo virulento también han hecho eco a esta negativa.
Dichas reacciones me sorprenden. Por dos motivos: la iniciativa de ley, hoy ya admitida por los diputados de la Asamblea Legislativa del DF, para reconocer los matrimonios entre homosexuales es un asunto estrictamente laico y político. No olvidemos la máxima de Jesús: «A Dios lo de Dios y al César lo del César», pues bien, incumplen con su Señor; pero también en México es ilegal que cualquier iglesia se inmiscuya en asuntos que tocan exclusivamente al estado mexicano. Así, la Iglesia católica violenta la ley y no duda en lanzar la primera piedra.
Y segundo, la máxima autoridad católica en Michoacán califica, al igual que sus colegas, además de estupidez los matrimonios gay, de «contranatura», porque lo natural según nos dicen es que la pareja se componga de un hombre una mujer, y que la pareja entre sexos idénticos no se da en la naturaleza. Lo cual, llevado al plano científico, sabemos que es mentira. Zoólogos y profesionales de este campo del conocimiento pueden refutar con la mano en la cintura tal dicho: sí, entre animalitos existe la homosexualidad, eso se da entre canes, ocas, venados, etcétera; la bibliografía es amplia al respecto, y se ha sometido a estrictos procedimientos de verificación; no es lo que se cree, sino lo comprobado. Pero además, por si fuese poco, ¡el arzobispo de Michoacán manifiesta que los prostíbulos son superiores moralmente a una pareja homosexual!
Para nada me parecería extraño que más de una mujer decida ingresar en la prostitución movida por un genuino sentimiento que podríamos calificar de «vocación». Tal vez sí, ¿por qué no? Pero mi impresión ha sido que la mayoría de sexoservidoras se ven condenadas a esa forma de vida, ante su escasa preparación y las necesidades apremiantes que las agobian, pues normalmente ellas son madres y por ende se ven impelidas a lo que comúnmente se denomina la vida fácil, que nada tiene de fácil, para ganarse su vida y la de sus hijos. Ante los hechos, por lo visto, el arzobispo Alberto Suárez Inda considera válido y superior el abuso sobre las mujeres —y se ve muy anticristiano— antes que aceptar una boda gay, y lo más intolerable para Suárez, la adopción de niños en desgracia.
Cabe hacerse las siguientes preguntas, ante la desbocada reacción de la derecha:

  • ¿Todos los homosexuales desean contraer matrimonio?
  • De aquellos matrimonios gay que se concreten como tales, ¿todos desean adoptar pequeños huérfanos o en desgracia?
  • ¿Todos los homosexuales son depravados y dignos de desconfianza?
  • ¿La Iglesia católica no tiene pendientes en este renglón ético ?
  • ¿Los homosexuales, legalmente casados, harían sexo frente a sus hijos adoptivos, o acaso planean realizar rituales abyectos, o la explotación de menores como hacen delincuentes heterosexuales?
  • O antes bien, ¿acaso todos los homosexuales no son hijos de matrimonios o relaciones heterosexuales, y por tanto es previsible que adoptarían la cultura de sus padres para conducirse ante sus hipotéticos hijos?
  • ¿Todos los homosexuales no son católicos, como para que esta iglesia se sienta amenazada, y si los hay, no acepta ésta de muy buena gana las limosnas de aquéllos?
  • ¿Todos los heterosexuales son intachables?
  • ¿No hay entre los padres de familia heterosexuales algunos que han mostrado conductas depravadas con sus hijos, y normalmente con absoluta impunidad?
  • ¿No existe el abuso sobre niñas o niños al interior de familias heterosexuales?
  • ¿Los barrios más pobres y las grandes ciudades en el país no muestran cuantiosos menores de edad huérfanos o en desgracia, que necesitan padres responsables y con posibilidades de darles una oportunidad de desarrollo, aunque fuesen tutores homosexuales, siempre y cuando comprendan la enorme responsabilidad que implica ser padres o madres?
  • ¿Los heterosexuales, muchos de los cuales entre nosotros se erigen indebidamente en jueces, entendemos realmente qué implica ser homosexual y estamos capacitados para decidir sobre los derechos, emociones e intenciones de un ser humano diferente, incluso sobre cómo ve, ejerce y vive su humanidad sexual?
  • ¿Y si es una mujer que se siente atrapada en un cuerpo de varón, o a la inversa, además le cargaremos la mano condenándolos a ser descalificados para contribuir en la mejora de nuestra niñez?
Como sea, con el ejemplo se predica: tanto el PAN como los grupos ultraconservadores y la propia Iglesia católica deben ofrecer antes que nada una verdadera muestra de humanidad: deben dar hasta que les duela. No quitarle al presupuesto público, ni regatear tajadas de la renta petrolera, sino que antes bien dar de su propio bolsillo a esos infantes que están en las calles, enrolados en la prostitución, la delincuencia, la indigencia, para sumarlos al desarrollo, las oportunidades y la condición humana. Luego podrían opinar legítimamente, cuando la pobreza sea desterrada de México.
Las cifras de gente en miseria extrema son crecientes de manera alarmante en los últimos tres años, no se puede negar lo que todos vemos, aunque eso sí, las reservas del tesoro nacional se nos informa que están en su mejor momento histórico. Qué contrariedad, ¿no creen? Hay dinero, hay abundante riqueza nacional en recursos humanos y naturales, hay gente —y claro, homosexuales incluidos— de buena voluntad deseosa de resolver problemas, pero el país está casi en bancarrota y sin entendimiento social.
¿Por qué en medio de todo esto, la derecha —PAN, Panal, Partido Verde Ecologista, PRI, Iglesia católica, grupos ultraconservadores— se ve muy mal colocada, lo hace todo difícil, endiabladamente difícil, y contribuye a que las cosas empeoren por todas partes, porque el país definitivamente zozobra? ¿O las apariencias engañan? Hasta la próxima…