jueves, 19 de noviembre de 2009

Incertidumbre del 22 de abril

Incertidumbre del 22 de abril:
(apuntes sobre Aprilis de Sergio-Jesús Rodríguez)*
Rafael Medina
Estamos todos en el fondo de un infierno,
donde cada instante es un milagro.
E. M. Cioran

Escribo, como siempre, sin ninguna certidumbre. Es 22 de abril. El calor se burla de mi ventilador. No, no huele a gasolina. Hoy los muertos del sector Reforma cumplen diez años. Vivo frente al panteón Guadalajara, y lo aseguro, no hay festejo alguno. Escribo y no sé si terminaré de hacerlo. Estamos en los tiempos en que no se puede creer en nada. No, no quiero ser un paranoico, pero tengo que serlo. Todos somos victimas potenciales, jamás culpables. Culpables, por lo menos aquí, en nuestro país, no existen. Y eso es bueno. Por lo menos para nuestra ancestral cultura de la culpa: siempre es mejor ser víctima.
Es 22 de abril. Fecha que marca a esta Guadalajara que vivimos. Una coordenada que marca un antes y un después. Punto negro de nuestra memoria colectiva. La historia real. La de los seres que comparten un tiempo y un espacio. La del tú y el yo. No la del poder. La oficial. La de los pasteurizadores del tiempo, los humoristas involuntarios. Estamos a diez años del grito. Del día en que la cara de asfalto nos mostró sus colmillos. Y nos llenamos de terror ante el rostro. Y, sobre todo, porque nos percatamos que era el nuestro. La cara de toda ciudad es el reflejo del que la habita,
Hoy es imposible evitar el calendario. Y no recordarlos. A ellos. A los inoportunos. Los que caminaban por esas calles. Como si no hubiera cosas más importantes. ¿Para qué caminar? ¿Por qué ir de compras? ¿Con qué fin abordar esa ruta del transporte? ¿Pura qué quedarse en casa? ¿Por qué trabajar ahí? ¡Qué gente tan fastidiosa esa del barrio de Analco! Y aparte esa perseverancia. Colarse en nuestra memoria. No quererse ir. Hasta que uno no lo puede evitar y dice: pinches, pinches muertos los de Gante.
Es 22 de abril y hace un calor endiablado. La fecha provoca miedo. Pavlov explicaría mejor el acto reflejo. O basta una cicatriz de casi 13 kilómetros para demostrarlo. O la pierna fantasma de un damnificado. O la gasolina nuestra de cada día. Pero insisto, el calendario es más que suficiente. Hoy como nunca, es lo que es. Y el miedo siempre está envuelto en interrogantes. Por eso digo, no hay certidumbre. ¿Como aspirar a encontrar culpables, si ni siquiera supimos contar a los muertos?
Escribo y me pregunto: ¿Cuántas historias quedaron inconclusas? ¿Qué relatos quedaron sepultados en el parche de pavimento? La herida sangra preguntas desde hace diez años y el artista juega a contestarlas. Siempre asume su papel. Por eso afirmo que el libro Aprilis, es una respuesta que nos da Sergio-Jesús Rodríguez al enigma 22 del abril.
Sigmundo Palacios, el protagonista de la novela, vive la tragedia muy a su manera: ignorándola. El personaje sólo vive su tragedia particular, íntima, soportándola a través de la locura. Sólo así es capaz de recorrer el tortuoso camino de sí mismo y conocer las respuestas a sus planteamientos existenciales sobre el amor, la paternidad y el tiempo. Su desmoronamiento armoniza con la hecatombe externa y forma una simetría perfecta. Situación inmejorable para encontrarse con las respuestas a su yo tambaleante.
La reciente obra de Sergio-Jesús ya evidencia las obsesiones del autor por los personajes particularísimos, a los que nombrar locos es caer en el simplismo y lo equívoco. Muestra la pasión del autor por la explicación filosófica del tiempo: El tiempo no existe, nunca ha existido. Existe su ilusión, en la que el hombre permanece como un antecedente fundamental… Y finalmente, por la mujer, interrogante que palpita y no requiere respuesta. Dulce infierno requerido e imprescindible. Así, la triada tiempo, locura y amor refulge en la frente del escritor aludido.
Aprilis se suma a las aportaciones de la comunidad artística local ante un fenómeno ineludible de nuestra realidad. Desde la visión particular y cada vez más definida del joven novelista Sergio-Jesús Rodríguez.
Escribo y aún es 22 de abril. El calor sigue con su burla. El panteón silente. El miedo firme. Quiero terminar. Apagar mi computadora. Que las paredes sigan en su lugar. Y hacer caso omiso al calendario. Al temor. A mi olfato, que cuando estoy ansioso como en este momento, me juega bromas pesadas…
22 de abril de 2002, sector Libertad, Guadalajara.
*Alocución del escritor y médico mexicano Rafael Medina durante la publicación de la novela Aprilis, la noche del 23 de abril de 2002, en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, en el Exconvento del Carmen. En tal fecha, concurrieron al presídium Luis G. Abbadie, Ricardo Sigala, Teófilo Guerrero y el autor de Aprilis, Sergio-Jesús Rodríguez, en conmemoración de la tragedia en el sector Reforma el 22 de abril de 1992 y el día internacional del libro. Rafael Medina también se ha ocupado del tema en su libro La cruz de la bestia (Acento editores y Paraíso perdido, Guadalajara, Jal., 2001).